- En el Parque de Mangabeiras hay tres especies de lagartos, catorce de serpientes inofensivas y tres de serpientes venenosas. He podido inmortalizar un lagarto, una salmandra, una culebrilla inofensiva y me quedé con las ganas de inmortalizar a la serpiente, cobra como dirían en la aldea, que nos asaltó a mi madre y a mí en un plácido día de paseo. Fue tal el susto al ver semejante ejemplar de metro y pico, con la cabeza triangular y aspecto de pocos amigos, que terminamos metiéndonos en un bus que, casualmente, pasaba por allí en aquel preciso instante –hay minibuses internos gratuitos que, generalmente, van abarrotados de gente mayor y niños. Tienen de bueno que, una vez has llegado a la cascada final, te ahorran tener que subir todo lo que bajaste hasta llegar allí y estamos hablando de dos horas de caminata cuesta arriba, así que, al fin y al cabo, tampoco nos vino tan mal que nos apareciera nuestra “amiga”.
- También hay unas veinticinco especies de sapos (de las cuales cuatro parecen ser endémicas).
- Insectos, no he encontrado información sobre ellos, pero debe hacer cienes y cienes, sobre todo de mariposas, algunas con un tamaño descomunal. Hay una azul celeste cuyas alas parecen cada una la palma de una mano y es preciosa. La primera vez que la vi e intenté fotografiarla (arriba podéis ver el resultado del intento), los brasileños con los que íbamos se quedaron asombrados, porque para ellos es una mariposa normal y corriente… Está claro que no sabemos apreciar lo que nos rodea. Por eso hay que viajar, para apreciar lo propio y lo ajeno.
- También hay unas veinticinco especies de sapos (de las cuales cuatro parecen ser endémicas).
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